Los primeros días en El Salvador (IV)
Martes, 28 octubre 2003
Primer día en el CEDEFAR, pero comenzaré por contaros el día de ayer. Yo había quedado con Alfredo en que viniese a buscarme a eso de las 13 o 13.30, después de almorzar, para que me diese tiempo a hacer todo lo que tenía que hacer. Me levanté a las 7 am, cuando Marga se puso en pie. Todo el mundo se despidió de mí pues ya no volverían a verme en mucho tiempo (para alivio de Marga, creo). Mi intención era escribir la carta de Pablo y al acabar ir a enviarla, meterme en un ciber, mandaros los diarios 2 y 3 (y el 1 a quien no lo hubiese recibido) e ir a comprar una cajonera de plástico para meter mi ropa en el CEDEFAR, unas sábanas porque no me fiaba de las que pudiese haber aquí, y alguna otra chorrada que se me ocurriese.
Todavía en pijama, empecé por la carta. Como me da apuro mandar cartas minúsculas, me propuse al menos tres folios. Y así se me hicieron las 8.30. Me preparé para salir. No sé si recordáis la "maldición de Harry", por la cual se supone que yo estoy embadurnada de mala suerte, soy una "salada", que dicen aquí. El caso es que con todas las cosas que tenía que hacer yo esa mañana... Voy a salir y el bobo de Xavi había echado doble llave... Hoooooolaaaaa, en caasa estáa Tiiirmaaa, síii esa chica alcarreña que está en vuestra casa por unos días y que no tiene llave de la puerta, esa misma! La misma de la que te acabas de despedir!
Tirma está encerrada en casa y ya empieza a medio creerse lo de la maldición, pero lucha internamente contra ello, que por algo dice ser tan escéptica (la tercera persona la uso para darle dramatismo al asunto). No tiene el teléfono del trabajo de ninguno de estos tres. FUCRIDES. Llama a Alfredo y le cuenta la situación... Resuelven que cuando llegue Alexander a la oficina, lo mandarán a la universidad donde trabaja Marta, cogerá las llaves y me las llevará a casa.
Mientras tanto, Tirma, procura gastar el tiempo que está encerrada en casa en algo útil. Se pone a hacer la maleta, mirando bien en todos sitios, medio obsesionada con que no debe dejarse nada para no dar pie a la "maldición". Logra meter todo, pero recuerda que había ropa de anoche secándose (menos mal que se acordó). Estaba dentro de la casa por si llovía (menos mal que la puso dentro, la que cayó fue de impresión) y con "tan mala suerte" que todavía estaba mojada. Nada, no pasa nada, no hay maldición, es que no ha tenido tiempo. "Con el sol que hay, la pongo fuera y 10 minutos antes de que vengan a por mí, la meto ya seca". Así que la tiende fuera, con un sol de impresión. Cosa hecha lo de que se seque. Y no crean que de repente el cielo se nubló y se remojó todo... No, eso sólo era lo que la parte irracional de la mente de Tirma quería hacerle creer que iba a pasar.
Llegaron Alex y Adonai (trabaja en el CEDEFAR también) y Alex se rió un poco de mí por lo de la maldición... Se despidió de mí santiguándose... En fin. Pero sigamos con la historia de "miedo".
Tirma ya tenía el equipaje hecho, sólo tenía que solucionar sus asuntos. Había tiempo, aunque estaba ajustado. Primero, echar la carta al buzón. En este país, no hay buzones por las calles... Sólo en centros comerciales y así. Y encontrar uno cuesta muchísimo. Pero no crean que estuve horas buscando, noooo. yo ya tenía uno localizado, en la papelería en la que había comprado los sellos. Allá fui. Eran ya las 11 o así, el horario era de 8 a 8 pm, que estaba puesto con gigantescos números en la puerta... Pues parecía cerrado. Tirma empieza a respirar con un ritmo más acelerado... "no puede ser..." Mirando más cerca se ve que hay gente dentro. "ya está, les dejo la carta y ya, si no quiero comprar nada". Error, esa gente que había allí no eran dependientes, eran reformadores. Estaban desmantelando la tienda para poner otro negocio. No es que no esté mi buzón, es que no está la tienda entera!!! Tirma respira fuerte y se tranquiliza. Entra a preguntar y le indican que dos cuadras arriba (siempre hacia arriba, y con un calor de la leche) hay un centro comercial y una oficina de Correos. Allá sube la confiada Tirma, poniendo mucha atención en todos los cruces "porsi". Al encontrar el centro... Allí no hay buzón ni nada... Como el tipo que me lo había dicho parecía de fiar, puse más empeño y pregunté más... Nada. Pero la puta maldición no se iba a cumplir, no iba a permitirlo, me fijé bien mientras caminaba hacia abajo. Y eso sí que fue suerte, el encontrar una puñetera oficina de correos que estaba "enterrada" en los bajos de un edificio. Le doy la carta y pienso que ya puesta, y como no sé cuando podré encontrar más sellos, a ver si consigo alguno. 92 centavos cada carta a España, "perfecto, deme 3" me parecía una buena cifra. Saco 3$ se los doy y me marcho de la tienda. Según bajo pienso que tengo que pagar el ciber. Mierda. Acabo de gastar los 3 dólares reservados para el ciber, ya no tengo más suelto conmigo, sólo monedas. De todas formas, no pienso bajar andando al ciber y ya veremos que tiempo me dan por las monedas que tengo. así que agarro un bus. En el camino, la primera parada es enfrente de un ciber que me pillaba infinitas veces más cerca de casa. Esto lo veo cuando arrancó el bus, claro. Vigilo dónde es mi parada... Muy mal lo debí hacer. De nuevo me tocó subir 2 o 3 cuadras. Cuento una y otra vez el dinero. reservo 17 centavos para el bus y pienso "menos mal que me he acordado de eso". Me meto al ciber y pregunto cuánto tiempo me dan por 65 centavos. Media hora. Perfecto. Envío las cosas aunque un poco ajustada de tiempo. (ahora sólo falta que no se haya enviado, eso ya no lo puedo saber).
Salgo a la calle. Pasa un bus y lo agarro. Saco el dinero reservado... Mierda. Sólo hay 12 centavos, confundí una de 10 y de 5. a todo esto, 17 cuesta el bus... Pero yo había agarrado un microbús. Menos mal que le di pena al cobrador. Y por supuesto el microbús no era el bueno... Empieza a subir por otro lado y yo preguntando al cobrador... Y el me dice que sí pasa por mi calle, a la bajada... Se ve que soy una desconfiada y cuando pasa por la 87 me bajo. Ni caso a la cara rara del cobrador, ésa era mi calle. Sí, claro, mi calle pero como 6 cuadras más arriba. Por lo menos esta vez me toca bajarlas, no subirlas.
Yo luchando en mi interior "son bobadas, Tirma, si esto te pasa siempre, eres un desastre y lo sabes, no es nada nuevo ni ninguna estúpida maldición".
Hora de almorzar. Me pongo a cocinar pensando que no se me debe quemar la cebolla: plof, se me quema un poco. Pongo pimienta pensando que mejor con cuidado para que no vierta mucha... No sé que clase de cuidado le puse, plof, un pegotón. Lavo el vaso y pienso "si tuviese mala suerte, este vaso se me rompería". el vaso intacto "bien" Lavo los platos y en un desafortunado movimiento de codo, el vaso que estaba apoyado, se vierte. No contra el suelo, no, sólo se vuelca en la encimera. Pero adivinen... SÍI, -"con tanta mala suerte" que se rompe, un poco, pero ya es inservible. Ahí he de reconocer que me dio un escalofrío, pero yo en mis trece, y no cambiaré: chorradas, pensé. Casualidades. Estoy demasiado sugestionada. Y creo que era cierto lo de la sugestión.
Fui a comprar la famosa cajonera para la ropa. Encontré una coseja.
Que no se me olvide la ropa!! Imagínense una terracita, en ella un charco de un palmo de diámetro. yo pensando que "qué mala suerte" sería que cayese algo ahí, y al retirar una camiseta, empuja delicadamente un sujetador que...plof, cayó en el charco. Bueno, yo ya en voz alta: pues por lo menos, no tengo la mala suerte de que con tanto sol que hace no se me haya secado la ropa. Plof, sólo me quedaba esa prenda, no eran los vaqueros que cuesta que se sequen, era el pantaloncillo del pijama... húmedo. Para ponerse de los nervios, pero yo guardé rápidamente la ropa, y me tumbé en el sofá para que no pudiese pasar "nada malo". Nada pasó.
Y creo que allí cesa mi racha de "mala suerte". Supongo que con el resto de emociones olvidé todo y sin sugestión obviamente nada pasa. (Voy a guardar antes de que pierda este archivo :P)
Vinieron a buscarme, Alfredo también se reía de mi maldición... Salimos de la ciudad camino a Cara Sucia. Llegamos al cabo de un par de horas. Me enseñaron mis nuevos aposentos, dejamos las cosas y fuimos a ver los invernaderos... Empezó a llover, dentro de poco no lloverá más, entramos en el verano o estación seca. Mejor lo segundo, porque en dic y ene se registran las temperaturas más bajas (no crean, mínimas absolutas de 10ºC), lo que no coincide con nuestro concepto de verano.
Terminamos de colocar mi habitación, una litera, en la parte de arriba dejo cosas, la parte de abajo para dormir, y una mosquitera para evitar los putos-demonios-zancudos-devoradores-de-Tirmas, creo que su nombre científico es "Zancudus tirmifagus". En estos momentos no exagero si digo que tengo entre 30 y 40 picaduras de esos infernales seres. Exagerando serían 50.
Me colocaron también un escritorio y una silla. Si no fuese porque la pared está lleno de pequeños agujeros que he averiguado que son guaridas de abejas... De las que por supuesto ya probé esta mañana la picadura. No sé si os habéis dado cuenta, pero si algo pica, me pica a mí.
En definitiva, ha quedado chuli aunque necesita sitio para poner la ropa.
La noche pasó sin incidencias, excepto unas cuantas picaduras más. Me levanté a las 6 am (me había metido en la cama a las 21) y organicé un poco las cosas. Fui a desayunar y el plan era ir al pueblo a comprar.
A las 8 am pasaba el pick-up. Anda que no mola montarse en un remolque de esos. Es más incómodo que el bus, pero más barato (35 cents y era un largo viaje) y más pintoresco, sin duda. Agarrada a unas barras que ponen por arriba. Todo el mundo mirándome "una gringa", pensaban.
Bajamos al llegar y lo primero que vamos a hacer es buscar a Pablo, un compañero de beca que está en otra ONG y también vive en Cara Sucia. Encontramos el local y nos vemos un rato. Averiguo que hay internet en un par de locales, a dólar la hora. Si tengo ocasión bajaré de vez en cuando a usarlo.
A todo esto. Cara Sucia. La carretera que atraviesa el pueblo está llena de puestos como los del centro de la capital. venden de todo, hasta unas baldas de plástico de las que me encapriché para poner la ropa, pero por no cargarlas al principio, luego se nos olvidó llevarlas. El pueblo es... imagínense el típico pueblo mexicano de película. Casas bajas, algunas de colores, calles no muy limpias... Hay una que es la "calle sin ley", llena de prostíbulos, bolos (borrachos), camioneros locos (supongo que por lo borrachos que están) y con la música a doscientos todo el santo día. La vi de lejos. Y la oí :)
Hicimos algunas compras, intenté sacar dinero ("no aquí no, váyase a Sonsonate, a una hora"). Y agarramos un minibús hacia arriba de nuevo.
Hicimos reunión con todos los que estamos en el CEDEFAR. Se los presento:
Luis Mendoza: ingeniero agrónomo, tendrá sus 27 años. Más bien callado para el típico salvadoreño. Creo que ganan labia con la edad. Es el organizador de todo esto, y como todos, colabora en lo que se puede.
Lucía Romero: una señora hecha y derecha. Ronda los 50, a mí me parecen más, pero deben ser menos. Sabe de medicina natural, da clases de educación en salud en las capacitaciones, sabe cocinar, cose unos bordados de muerte, de todo. La llaman cariñosamente "vieja bruja".
Eliseo: veintipocos. Da clases de sociales, naturales, lenguaje... y colabora en la producción también.
José y Sebastián: 17 o así...no he hablado con ellos, no hablan. o al menos conmigo, debo darles mucho respeto, o miedo. Estos son los currantes de verdad. Se quedan un fin de semana sí, otro no, en el centro. una vez cada uno.
Edith: la cocinera, tampoco he hablado mucho con ella. tendrá 30¿?
Óscar Arnulfo Romero: 12 años, hijo de Lucía. Nunca he conocido un chaval tan espabilado a esa edad. Hace de todo, ayuda a su madre, aprueba, cosecha, lava sus platos, no sé si la ropa también... Supongo que en estos países es siempre así, pero ahora conozco a este chiquillo mucho más... Impresionante oigan. Estos niños acomodados de España...
esos son.
En la reunión me contaron las tareas que tienen todos. Luego almorzamos.
Después de almorzar venían unas señoras a las que Lucía iba a enseñar a hacer pan, y yo quise apuntarme. Llegó sólo una señora, así que hubo cambio de planes. En principio, tostamos los ingredientes para hacer "horchata": un refresco de arroz, una semilla de un fruto llamado "morro", nuez moscada (entera!!!), sésamo, cacahuete y en este caso, soja. Todo ello bien tostadito y molido (tienen un molinillo un tanto viejo pero potente para el maíz, trigo...). E hicimos jabón con aloe vera y otra cosa que todavía no me he aprendido. estoy decidida a hacer un libro de remedios y recetas de la señora Lucía, ya les pasaré una copia :).
Luego me puse a recoger "loroco" que es una planta trepadora que se cultiva como en parrales (algunas zonas bien bajas) y del que se cosecha la flor sin abrir. Se usa sólo en este país, pero es muy utilizado. La de bichos y cosas que me cayeron en el pelo al andar por debajo de eso agitando las ramas.... Es mejor no contarlo. Y luego me puse a sacar frijoles de sus vainas.
Más tarde me di una ducha, con agua bien fría (no hay caliente) que aunque al principio me impresionó, en seguida le cogí el gustillo. La cena y a escribirles a ustedes.
A saber cuando les mando esto. de momento seguiré escribiendo con regularidad, si puedo. Besos.
Primer día en el CEDEFAR, pero comenzaré por contaros el día de ayer. Yo había quedado con Alfredo en que viniese a buscarme a eso de las 13 o 13.30, después de almorzar, para que me diese tiempo a hacer todo lo que tenía que hacer. Me levanté a las 7 am, cuando Marga se puso en pie. Todo el mundo se despidió de mí pues ya no volverían a verme en mucho tiempo (para alivio de Marga, creo). Mi intención era escribir la carta de Pablo y al acabar ir a enviarla, meterme en un ciber, mandaros los diarios 2 y 3 (y el 1 a quien no lo hubiese recibido) e ir a comprar una cajonera de plástico para meter mi ropa en el CEDEFAR, unas sábanas porque no me fiaba de las que pudiese haber aquí, y alguna otra chorrada que se me ocurriese.
Todavía en pijama, empecé por la carta. Como me da apuro mandar cartas minúsculas, me propuse al menos tres folios. Y así se me hicieron las 8.30. Me preparé para salir. No sé si recordáis la "maldición de Harry", por la cual se supone que yo estoy embadurnada de mala suerte, soy una "salada", que dicen aquí. El caso es que con todas las cosas que tenía que hacer yo esa mañana... Voy a salir y el bobo de Xavi había echado doble llave... Hoooooolaaaaa, en caasa estáa Tiiirmaaa, síii esa chica alcarreña que está en vuestra casa por unos días y que no tiene llave de la puerta, esa misma! La misma de la que te acabas de despedir!
Tirma está encerrada en casa y ya empieza a medio creerse lo de la maldición, pero lucha internamente contra ello, que por algo dice ser tan escéptica (la tercera persona la uso para darle dramatismo al asunto). No tiene el teléfono del trabajo de ninguno de estos tres. FUCRIDES. Llama a Alfredo y le cuenta la situación... Resuelven que cuando llegue Alexander a la oficina, lo mandarán a la universidad donde trabaja Marta, cogerá las llaves y me las llevará a casa.
Mientras tanto, Tirma, procura gastar el tiempo que está encerrada en casa en algo útil. Se pone a hacer la maleta, mirando bien en todos sitios, medio obsesionada con que no debe dejarse nada para no dar pie a la "maldición". Logra meter todo, pero recuerda que había ropa de anoche secándose (menos mal que se acordó). Estaba dentro de la casa por si llovía (menos mal que la puso dentro, la que cayó fue de impresión) y con "tan mala suerte" que todavía estaba mojada. Nada, no pasa nada, no hay maldición, es que no ha tenido tiempo. "Con el sol que hay, la pongo fuera y 10 minutos antes de que vengan a por mí, la meto ya seca". Así que la tiende fuera, con un sol de impresión. Cosa hecha lo de que se seque. Y no crean que de repente el cielo se nubló y se remojó todo... No, eso sólo era lo que la parte irracional de la mente de Tirma quería hacerle creer que iba a pasar.
Llegaron Alex y Adonai (trabaja en el CEDEFAR también) y Alex se rió un poco de mí por lo de la maldición... Se despidió de mí santiguándose... En fin. Pero sigamos con la historia de "miedo".
Tirma ya tenía el equipaje hecho, sólo tenía que solucionar sus asuntos. Había tiempo, aunque estaba ajustado. Primero, echar la carta al buzón. En este país, no hay buzones por las calles... Sólo en centros comerciales y así. Y encontrar uno cuesta muchísimo. Pero no crean que estuve horas buscando, noooo. yo ya tenía uno localizado, en la papelería en la que había comprado los sellos. Allá fui. Eran ya las 11 o así, el horario era de 8 a 8 pm, que estaba puesto con gigantescos números en la puerta... Pues parecía cerrado. Tirma empieza a respirar con un ritmo más acelerado... "no puede ser..." Mirando más cerca se ve que hay gente dentro. "ya está, les dejo la carta y ya, si no quiero comprar nada". Error, esa gente que había allí no eran dependientes, eran reformadores. Estaban desmantelando la tienda para poner otro negocio. No es que no esté mi buzón, es que no está la tienda entera!!! Tirma respira fuerte y se tranquiliza. Entra a preguntar y le indican que dos cuadras arriba (siempre hacia arriba, y con un calor de la leche) hay un centro comercial y una oficina de Correos. Allá sube la confiada Tirma, poniendo mucha atención en todos los cruces "porsi". Al encontrar el centro... Allí no hay buzón ni nada... Como el tipo que me lo había dicho parecía de fiar, puse más empeño y pregunté más... Nada. Pero la puta maldición no se iba a cumplir, no iba a permitirlo, me fijé bien mientras caminaba hacia abajo. Y eso sí que fue suerte, el encontrar una puñetera oficina de correos que estaba "enterrada" en los bajos de un edificio. Le doy la carta y pienso que ya puesta, y como no sé cuando podré encontrar más sellos, a ver si consigo alguno. 92 centavos cada carta a España, "perfecto, deme 3" me parecía una buena cifra. Saco 3$ se los doy y me marcho de la tienda. Según bajo pienso que tengo que pagar el ciber. Mierda. Acabo de gastar los 3 dólares reservados para el ciber, ya no tengo más suelto conmigo, sólo monedas. De todas formas, no pienso bajar andando al ciber y ya veremos que tiempo me dan por las monedas que tengo. así que agarro un bus. En el camino, la primera parada es enfrente de un ciber que me pillaba infinitas veces más cerca de casa. Esto lo veo cuando arrancó el bus, claro. Vigilo dónde es mi parada... Muy mal lo debí hacer. De nuevo me tocó subir 2 o 3 cuadras. Cuento una y otra vez el dinero. reservo 17 centavos para el bus y pienso "menos mal que me he acordado de eso". Me meto al ciber y pregunto cuánto tiempo me dan por 65 centavos. Media hora. Perfecto. Envío las cosas aunque un poco ajustada de tiempo. (ahora sólo falta que no se haya enviado, eso ya no lo puedo saber).
Salgo a la calle. Pasa un bus y lo agarro. Saco el dinero reservado... Mierda. Sólo hay 12 centavos, confundí una de 10 y de 5. a todo esto, 17 cuesta el bus... Pero yo había agarrado un microbús. Menos mal que le di pena al cobrador. Y por supuesto el microbús no era el bueno... Empieza a subir por otro lado y yo preguntando al cobrador... Y el me dice que sí pasa por mi calle, a la bajada... Se ve que soy una desconfiada y cuando pasa por la 87 me bajo. Ni caso a la cara rara del cobrador, ésa era mi calle. Sí, claro, mi calle pero como 6 cuadras más arriba. Por lo menos esta vez me toca bajarlas, no subirlas.
Yo luchando en mi interior "son bobadas, Tirma, si esto te pasa siempre, eres un desastre y lo sabes, no es nada nuevo ni ninguna estúpida maldición".
Hora de almorzar. Me pongo a cocinar pensando que no se me debe quemar la cebolla: plof, se me quema un poco. Pongo pimienta pensando que mejor con cuidado para que no vierta mucha... No sé que clase de cuidado le puse, plof, un pegotón. Lavo el vaso y pienso "si tuviese mala suerte, este vaso se me rompería". el vaso intacto "bien" Lavo los platos y en un desafortunado movimiento de codo, el vaso que estaba apoyado, se vierte. No contra el suelo, no, sólo se vuelca en la encimera. Pero adivinen... SÍI, -"con tanta mala suerte" que se rompe, un poco, pero ya es inservible. Ahí he de reconocer que me dio un escalofrío, pero yo en mis trece, y no cambiaré: chorradas, pensé. Casualidades. Estoy demasiado sugestionada. Y creo que era cierto lo de la sugestión.
Fui a comprar la famosa cajonera para la ropa. Encontré una coseja.
Que no se me olvide la ropa!! Imagínense una terracita, en ella un charco de un palmo de diámetro. yo pensando que "qué mala suerte" sería que cayese algo ahí, y al retirar una camiseta, empuja delicadamente un sujetador que...plof, cayó en el charco. Bueno, yo ya en voz alta: pues por lo menos, no tengo la mala suerte de que con tanto sol que hace no se me haya secado la ropa. Plof, sólo me quedaba esa prenda, no eran los vaqueros que cuesta que se sequen, era el pantaloncillo del pijama... húmedo. Para ponerse de los nervios, pero yo guardé rápidamente la ropa, y me tumbé en el sofá para que no pudiese pasar "nada malo". Nada pasó.
Y creo que allí cesa mi racha de "mala suerte". Supongo que con el resto de emociones olvidé todo y sin sugestión obviamente nada pasa. (Voy a guardar antes de que pierda este archivo :P)
Vinieron a buscarme, Alfredo también se reía de mi maldición... Salimos de la ciudad camino a Cara Sucia. Llegamos al cabo de un par de horas. Me enseñaron mis nuevos aposentos, dejamos las cosas y fuimos a ver los invernaderos... Empezó a llover, dentro de poco no lloverá más, entramos en el verano o estación seca. Mejor lo segundo, porque en dic y ene se registran las temperaturas más bajas (no crean, mínimas absolutas de 10ºC), lo que no coincide con nuestro concepto de verano.
Terminamos de colocar mi habitación, una litera, en la parte de arriba dejo cosas, la parte de abajo para dormir, y una mosquitera para evitar los putos-demonios-zancudos-devoradores-de-Tirmas, creo que su nombre científico es "Zancudus tirmifagus". En estos momentos no exagero si digo que tengo entre 30 y 40 picaduras de esos infernales seres. Exagerando serían 50.
Me colocaron también un escritorio y una silla. Si no fuese porque la pared está lleno de pequeños agujeros que he averiguado que son guaridas de abejas... De las que por supuesto ya probé esta mañana la picadura. No sé si os habéis dado cuenta, pero si algo pica, me pica a mí.
En definitiva, ha quedado chuli aunque necesita sitio para poner la ropa.
La noche pasó sin incidencias, excepto unas cuantas picaduras más. Me levanté a las 6 am (me había metido en la cama a las 21) y organicé un poco las cosas. Fui a desayunar y el plan era ir al pueblo a comprar.
A las 8 am pasaba el pick-up. Anda que no mola montarse en un remolque de esos. Es más incómodo que el bus, pero más barato (35 cents y era un largo viaje) y más pintoresco, sin duda. Agarrada a unas barras que ponen por arriba. Todo el mundo mirándome "una gringa", pensaban.
Bajamos al llegar y lo primero que vamos a hacer es buscar a Pablo, un compañero de beca que está en otra ONG y también vive en Cara Sucia. Encontramos el local y nos vemos un rato. Averiguo que hay internet en un par de locales, a dólar la hora. Si tengo ocasión bajaré de vez en cuando a usarlo.
A todo esto. Cara Sucia. La carretera que atraviesa el pueblo está llena de puestos como los del centro de la capital. venden de todo, hasta unas baldas de plástico de las que me encapriché para poner la ropa, pero por no cargarlas al principio, luego se nos olvidó llevarlas. El pueblo es... imagínense el típico pueblo mexicano de película. Casas bajas, algunas de colores, calles no muy limpias... Hay una que es la "calle sin ley", llena de prostíbulos, bolos (borrachos), camioneros locos (supongo que por lo borrachos que están) y con la música a doscientos todo el santo día. La vi de lejos. Y la oí :)
Hicimos algunas compras, intenté sacar dinero ("no aquí no, váyase a Sonsonate, a una hora"). Y agarramos un minibús hacia arriba de nuevo.
Hicimos reunión con todos los que estamos en el CEDEFAR. Se los presento:
Luis Mendoza: ingeniero agrónomo, tendrá sus 27 años. Más bien callado para el típico salvadoreño. Creo que ganan labia con la edad. Es el organizador de todo esto, y como todos, colabora en lo que se puede.
Lucía Romero: una señora hecha y derecha. Ronda los 50, a mí me parecen más, pero deben ser menos. Sabe de medicina natural, da clases de educación en salud en las capacitaciones, sabe cocinar, cose unos bordados de muerte, de todo. La llaman cariñosamente "vieja bruja".
Eliseo: veintipocos. Da clases de sociales, naturales, lenguaje... y colabora en la producción también.
José y Sebastián: 17 o así...no he hablado con ellos, no hablan. o al menos conmigo, debo darles mucho respeto, o miedo. Estos son los currantes de verdad. Se quedan un fin de semana sí, otro no, en el centro. una vez cada uno.
Edith: la cocinera, tampoco he hablado mucho con ella. tendrá 30¿?
Óscar Arnulfo Romero: 12 años, hijo de Lucía. Nunca he conocido un chaval tan espabilado a esa edad. Hace de todo, ayuda a su madre, aprueba, cosecha, lava sus platos, no sé si la ropa también... Supongo que en estos países es siempre así, pero ahora conozco a este chiquillo mucho más... Impresionante oigan. Estos niños acomodados de España...
esos son.
En la reunión me contaron las tareas que tienen todos. Luego almorzamos.
Después de almorzar venían unas señoras a las que Lucía iba a enseñar a hacer pan, y yo quise apuntarme. Llegó sólo una señora, así que hubo cambio de planes. En principio, tostamos los ingredientes para hacer "horchata": un refresco de arroz, una semilla de un fruto llamado "morro", nuez moscada (entera!!!), sésamo, cacahuete y en este caso, soja. Todo ello bien tostadito y molido (tienen un molinillo un tanto viejo pero potente para el maíz, trigo...). E hicimos jabón con aloe vera y otra cosa que todavía no me he aprendido. estoy decidida a hacer un libro de remedios y recetas de la señora Lucía, ya les pasaré una copia :).
Luego me puse a recoger "loroco" que es una planta trepadora que se cultiva como en parrales (algunas zonas bien bajas) y del que se cosecha la flor sin abrir. Se usa sólo en este país, pero es muy utilizado. La de bichos y cosas que me cayeron en el pelo al andar por debajo de eso agitando las ramas.... Es mejor no contarlo. Y luego me puse a sacar frijoles de sus vainas.
Más tarde me di una ducha, con agua bien fría (no hay caliente) que aunque al principio me impresionó, en seguida le cogí el gustillo. La cena y a escribirles a ustedes.
A saber cuando les mando esto. de momento seguiré escribiendo con regularidad, si puedo. Besos.
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