Blogia
Desde El Salvador

Viernes 19 de marzo. Feliz día del padre, papuchi!!

Buff, tenía muchas cosas que hacer: ir a la oficina a por la maldita carta que no me habían traído, ir a mandar una postal para Maki, llamar a la peluquería para saber si podía ir por la noche, conseguir el teléfono de un hostal en Apaneca... Ir a ver a Pablo en el ciber, también.
Salí del CEDEFAR a las 10.30, aunque el pick up pasó un cuarto de hora tarde. En los buses encontré bastantes extranjeros. Ahora el país está lleno de observadores internacionales que vienen a revisar que el proceso electoral se lleve a cabo correctamente. Pero debe ser un rollo tremendo ser observador... Sobre todo cuando ya no es lo típico el que los vigilantes de los diferentes partidos roben papeletas y las metan disimuladamente en los buzones.
En el bus hice lo que nunca había hecho: compré fruta. Yo me temía la peor de las diarreas por cometer esa imprudencia, pero el melón tenía una pinta maravillosa y no pude resistirme. La verdad es que estaba caliente y ahora que lo sé, me lo pensaré todavía más la próxima vez. El problema de tomar fruta en estos sitios, es que viene pelada. Si te la dan con toda su cáscara y la pelas tú, no hay problema. Pero no tienes forma de saber la cantidad de mugre que tenía entre las uñas el señor que peló ese melón y en el momento de tomarla, cualquier resquicio de porquería te sugiere infinidad de posibles procedencias. Eso me pasó a mí. Tenía un poco de... ¿tierra? No sé qué era. Era muy poquito, unos granitos. Pero ya me empezó la paranoia: ¿se les habrá caído al suelo? ¿lo habrán lavado con agua del río sucio?... Al final no me pasó nada, pero no disfruté del melón como me hubiese gustado.
Pasé por la oficina a devorar mi carta y un licuado de papaya para ver si ayudaba a evitar la diarrea (la papaya es muy buena para los intestinos). Corriendo fui a la oficina de correos pero los muy asquerosos estaban descansando o algo. No me abrieron.
Así que fui directamente al ciber, a ver a mi Pablitooo.
Llegué tardecillo a casa y ya los tenía preocupados, qué lindos.

0 comentarios