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Desde El Salvador

Lunes 23 de febrero. Examen de heces.

Me levanté más tarde porque estaba muertecita del cansancio. Le dije a Alfredo antes de que se fuese, que ya iría por la oficina después de pasar por el Hospital de la Mujer y dejar la muestra de examen de heces.
Primera misión del día: hacer caca.. Y era un objetivo nada fácil, me puse a ello con todas mis ganas pero no logré nada. Además, el retrete está en la zona más transitada de la casa, la pila (luego os explico lo de las pilas). Y tampoco facilita la concentración el hecho de tener que estar sosteniendo un trozo de papel higiénico debajo del culo porque el chorizo no puede caer a la taza (son de estas inundadas). Mira que estuve empujando... Pero nada. Pues nada, a ducharse, desayunar y esperar a ver si entran ganas. Le conté el problema a Alicia y me dijo: ¿por qué no tomas un vaso de agua con azúcar?. Yo debí responder con un ¿eink? Y ella me aclaró que un vaso, con dos cucharadas grandes de azúcar ayudaba. Oye, que a los 5 minutos de haberlo tomado, solté la cagada de una vez. Joer, ya lo podían haber dicho antes.
Ya no era diarrea, aunque la consistencia dejaba mucho que desear. Coloqué el primer trocito que cayó en el botecito y me dispuse a partir, ya feliz.
En el hospital me dijeron que los resultados estarían listos a las 14:00. Cagüen, si hubiese tomado el agua antes, me los habrían dado antes y podría volverme al CEDEFAR ese día, pero siendo a las 14, me obligaba a quedarme en San Salvador. Así que volví a la oficina, le dejé el recado a Eliseo de que no iba a llegar por el CEDEFAR ese día...
Almorcé con Marie, Cecile, Marta y Mario, en otro comedor, más caro pero la comida estaba muy buena y es que a las horas a las que fuimos a comer, no había otra cosa abierta. Me entretuve allá hasta que se hizo la hora de ir a por los análisis, que resultó que dijeron que no tenía parásitos. Así que ni llamé al médico. Error, porque a ver quién soy yo para analizar los resultados de un análisis. Efectivamente, de los arásitos que habían buscado, no había ninguno, pero el sábado siguiente, llamé al médico para que supiese los resultados y en las observaciones decía “leucocitos abundantes en mucus”, lo que quería decir que había una infección (probablemente por amebas) y había que tratarla. Así que comencé el tratamiento ya en marzo.
Y después fui al ciber, sorprendí a Pablo que no me esperaba. Y me dieron un carné de cliente frecuente con el que cada 5 horas te dan una gratis. No es mucho descuento, pero algo es.
Aps, os cuento lo de las pilas. Aquí uno no suele lavarse las manos bajo un grifo excepto en los restaurantes y sitios así. Normalmente en las casas hay grifos, pero para llenar una pila de donde toman el agua. Tienen siempre un par de guacales (palanganitas de plástico) al lado y toman agua de la pila y la derraman sobre aquello que quieran lavar. Sean las manos, los platos o la ropa. Hay cierto problema con lo de las pilas porque son criaderos de zancudos, ahí ponen sus larvas estos malditos chupasangres transmisores del dengue.
Cuesta algo el acostumbrarse a usar una pila. Para lavarse las manos es incómodo, porque la mano con la que sujetas el guacal no te la puedes lavar a no ser que cambies el guacal de mano, y nunca puedes frotarte las manos bien mientras intentas echarte agua en ellas. Para lavar la ropa, la verdad es que el primer instinto es meter la ropa en la pila y lavar allí mismo, pero eso es una herejía. Pones la ropa en el “fregadero” extendida, la mojas a base de guacaladas, la enjabonas, las frotas y la enjuagas a base de más guacaladas. Y no entiendo por qué el Word no me corrige ni “guacal” ni “guacalada”, si va a ser que esta gente de aquí sí que habla español.

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