Martes 11 de febrero. Plantación de tomates.
Por la mañana estuvimos reponiendo una de las cubetas de riego que se había rajado. Qué mala suerte. Cuando lleguen los vientos seguro que se quiebran. Quedaba muy poco para terminar la instalación del invernadero, así que decidimos transplantar por la tarde.
Vinieron unos hombres preguntando por Luis. Él se había ido a Cara Sucia a por concentrado para los pollos, así que Eliseo me pidió que les enseñase yo el invernadero y les explicase. Los hombres encantados, cuando llegó Luis dijeron que casi mejor que no hubiese venido, que estaban muy a gusto. En fin... Hasta los señores mayores respetables (ingeniero y doctor) me toman el pelo. El doctor dijo algo de que conocía a una española de Médicos del Mundo en Sonsonate. Y llamó a una amiga suya para que le diese el nombre y el número de la mujer para que nos conociésemos. Qué manía, como si yo tuviese interés en conocer españoles si llevo 22 años de mi vida conociéndolos. Ahora, si esta mujer tiene una pata de jamón en su casa y quiere compartirla conmigo... Yo no diré que no, jejeje.
Claudia ayudó a los muchachos a preparar el campo en el que se sembrarán las sandías en un futuro. Creo que a la vista del tipo de colaboración que podía hacer (trabajo duro) decidió irse al día siguiente. Yo no suelo ponerme a ayudar a los muchachos, por vaga y porque es parte de sus clases, tampoco me he metido a recibir clases de corte y confección.
Por la tarde me puse con Miguel a transplantar y llegaron Claudia, Glenda y Óscar y se pusieron a ayudar. Creo que algo salió mal porque sobraron plantas de las que no tenían que sobrar... Ais. Bueno, me tengo que preparar para que muuuchas cosas no salgan bien en este experimento. Creo que si obtengo un sólo tomate tendré que darme por satisfecha. Qué triste.
Di un riego a las plantas antes de subir a cenar, y di por inagurado el invento.
Ya por la noche me escabullí porque querían que hiciese alguna otra dinámica, pero yo me había ido antes a dormir. En realidad no dormía, estaba leyendo, pero logré evitarles.
Vinieron unos hombres preguntando por Luis. Él se había ido a Cara Sucia a por concentrado para los pollos, así que Eliseo me pidió que les enseñase yo el invernadero y les explicase. Los hombres encantados, cuando llegó Luis dijeron que casi mejor que no hubiese venido, que estaban muy a gusto. En fin... Hasta los señores mayores respetables (ingeniero y doctor) me toman el pelo. El doctor dijo algo de que conocía a una española de Médicos del Mundo en Sonsonate. Y llamó a una amiga suya para que le diese el nombre y el número de la mujer para que nos conociésemos. Qué manía, como si yo tuviese interés en conocer españoles si llevo 22 años de mi vida conociéndolos. Ahora, si esta mujer tiene una pata de jamón en su casa y quiere compartirla conmigo... Yo no diré que no, jejeje.
Claudia ayudó a los muchachos a preparar el campo en el que se sembrarán las sandías en un futuro. Creo que a la vista del tipo de colaboración que podía hacer (trabajo duro) decidió irse al día siguiente. Yo no suelo ponerme a ayudar a los muchachos, por vaga y porque es parte de sus clases, tampoco me he metido a recibir clases de corte y confección.
Por la tarde me puse con Miguel a transplantar y llegaron Claudia, Glenda y Óscar y se pusieron a ayudar. Creo que algo salió mal porque sobraron plantas de las que no tenían que sobrar... Ais. Bueno, me tengo que preparar para que muuuchas cosas no salgan bien en este experimento. Creo que si obtengo un sólo tomate tendré que darme por satisfecha. Qué triste.
Di un riego a las plantas antes de subir a cenar, y di por inagurado el invento.
Ya por la noche me escabullí porque querían que hiciese alguna otra dinámica, pero yo me había ido antes a dormir. En realidad no dormía, estaba leyendo, pero logré evitarles.
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