Lunes 9 de febrero. Bienvenida a la nueva promoción del CEDEFAR.
Alexander me dejó en la estación de buses a las 5 am. No había especial, así que me acomodé como pude y me puse a dormir hasta Sonsonate. Allí, ya subida en el bus a Cara Sucia, me encontré con Luis, asombradísimo de verme tan temprano por allá. Vaya fama que tengo. Le expliqué que la otra opción era venirme con Humberto que tenía que llegar por allá en algún momento de la mañana para dar una charla a los nuevos estudiantes, pero que conociéndolo, llegaría tardísimo. Así fue.
Fuimos a Cara Sucia, nos sobraba mucho tiempo para coger el pickup. Yo fui a una farmacia a buscar vitamina C. Bueno, en realidad fui a buscar algo para el resfriado. Le decía a la muchacha que si tenían algo con paracetamol y vitamina C (miento, le dije primero ácido ascórbico, pero como vi que no se enteraba de nada, le dije vitamina C)... Bueno... Qué ineptitud, por dios. Primero me miraba con cara de "no le entiendo nada" así que procuré hablar más despacio, a ver si era mi acento. No era eso. Llamó a la "jefa" o lo que fuese, que sin preguntarme ni nada, me dijo que no, que no había, que había paracetamol y vitamina C, pero por separado. Digo, bueno, pues dígame que medicamentos tiene para el resfriado. Y me saca Paracetamol 650mg. No, mire, si paracetamol solo ya tengo yo, no me interesa, quiero un medicamento para el resfriado. Y me dice que no tiene nada. JUAS. Lo siento, pero no me lo creo. Pero como la chica ya había demostrado su total ineptitud, decidí hacerme mi propio frenadol y compré vitamina C, que ya me tomaría un paracetamol al tiempo y lo apañaríamos.
Otra cosa curiosa es que en este país no te venden las cajas enteras de un medicamento, lo venden por comprimidos. Lo cual me parece estupendo económicamente, pero la gente acaba con miles de pastillas sobrantes en casa sin prospecto ni nada. El domingo en casa de Alicia como tenía dolor de cabeza por el resfriado le pedí algo así, sacaron una cesta en la que se mezclaba todo tipo de medicamentos, desde desparasitantes a laxantes y medicamentos para el corazón. Y muchos tenían un trozo de cinta aislante pegada en el que ponía para qué servía: "alergias" pero ni efectos secundarios, ni contraindicaciones ni nada de nada. Encontré uno que se llamaba Algidol, con Paracetamol y vitamina C, que fue el que pedí al principio en la farmacia, pero al sacármelo me enseñaron el medicamento y tenía "diclofenac" que supongo que es el diclofenaco antiinflamatorio. Así que ni por el nomrbre del medicamento te puedes fiar.
No había desayunado así que fui en busca de una quesadilla y un licuado de plátano. La primera fue fácil de conseguir, aunque el chico que me la vendía me timó. Yo sabía que lo estaba haciendo, porque cuestan 50 ctvs y él me cobró 75, pero el descaro con que lo hizo me dejó sin palabras. La chica que me atendía me estaba envolviendo la quesadilla y él se metió por enmedio y dijo: son 75 ctvs. Yo ya sabía que eran 50 pero me daba igual. Pero es que la chica le echó una mirada de "no es eso" y él una mirada de "cállate, yo soy más listo que tú". Así que fui a darle los 75 ctvs a la chica. Pero el otro, estirando el brazo que casi se le descoyunta, pone la mano enmedio y se lleva el dinero. No pude reaccionar, no fui capaz.
El licuado tuvo que esperar, pues no habían abierto todavía el puesto. Pero la quesadilla calentita estaba de muerte y cuando por fin conseguí el licuado... Ojalá todos mis desayunos fuesen así en lugar de frijoles con huevo, queso y tortilla. Aunque en casa de Alfredo el otro día compré cereales y leche en polvo para desayunar. Que si no, dependo de la hora a la que hacen el desayuno y no suele venirme bien. Además, así varío un poco.
Al llegar al CEDEFAR, habían llegado sólo dos muchachos, faltaban muchos por llegar. Le dije a Luis que el resfriado me estaba matando, que esa noche no había dormido casi por no poder respirar y que estaba muerta. Así que me dió permiso para irme a dormir hasta que comenzase el acto de inaguración del nuevo curso escolar.
A las 10 ya me llamaron. Poco descanso tuve. Comenzamos presentándonos, presentándose ellos (y ella, que de momento hay una chica, aunque se esperan más) y explicando las normas del centro. También dimos una vuelta por las instalaciones y por fin llegó Humberto, acompañado de los dos colombianos, Heráclito y Claudia, también becarios como yo. Claudia venía a quedarse unos días para conocer el centro y la vida aquí. Heráclito tenía que irse porque tenía una reunión al día siguiente. He de decir que la pareja esta me repatea un poco. Como dirían aquí, son un poco "fresa" (pijos) y lo peor es que en su trato aparentan ser un poco superiores. Yo me alegré de que Claudia se quedase aquí unos días, a ver qué tal le sentaba un poco de cura de humildad, usando las letrinas y comiendo poco más que frijoles. Lo solucionó dejando la mitad de la comida aunque al final ya no pudo aguantar más y tuvo que usar las letrinas. Esa prueba sí que la superó. Pero me hacía gracia, vestida de arriba a abajo de Coronel Tapioca.
Los chicos se sentían un tanto incómodos al principio, no se conocían todos y era un poco complicado. Pero algunos empezaron ya a tomar alguna confianza. Claudia intimó más con ellos que yo. Yo quiero mantener las distancias por si me toca darles alguna clase, quiero que me respeten un poco.
Yo pasé el día fatal por el resfriado. Además, se me hace muy raro el estar tan resfriada con este calor. A base de paracetamol y respir sobrevivo bastante bien, pero a ratos me pega fuerte y la gente me mira con cara de pena.
Por el día estuvimos limpiando los dormitorios. El mío estaba hecho una pena porque yo sólo barro mi cuarto y la parte del cuarto de baño que utilizo, así que había una polvareda enorme en el resto. Pero es que las veces que he barrido todo, se ha vuelto a llenar de polvo por los vientos, y es deseperante. En este caso se iban a quedar tanto Claudia como Glenda, la chica estudiante así que había que adecentar todo.
Por la noche Eliseo me pidió que hiciese una dinámica con los muchachos para que se conociesen mejor. Hice una adaptación de un juego que solemos hacer en AFS con los estudiantes. Los puse por parejas de desconocidos (en la medida que pude, siempre tocaban algunos conocidos) y los mandé a la oscuridad a que se sentasen y se contasen sus vidas. Después les tocaría contar la vida del compañero a los demás. Lo que más cuesta con esta gente es que hable alto. Les da tanta vergüenza que hablan al cuello de la camisa, así que hice mucho énfasis en ello, que además yo estoy medio sorda con el resfriado.
Me fui a la cama a las 9... qué cansancio. Dormí como un bebé.
Fuimos a Cara Sucia, nos sobraba mucho tiempo para coger el pickup. Yo fui a una farmacia a buscar vitamina C. Bueno, en realidad fui a buscar algo para el resfriado. Le decía a la muchacha que si tenían algo con paracetamol y vitamina C (miento, le dije primero ácido ascórbico, pero como vi que no se enteraba de nada, le dije vitamina C)... Bueno... Qué ineptitud, por dios. Primero me miraba con cara de "no le entiendo nada" así que procuré hablar más despacio, a ver si era mi acento. No era eso. Llamó a la "jefa" o lo que fuese, que sin preguntarme ni nada, me dijo que no, que no había, que había paracetamol y vitamina C, pero por separado. Digo, bueno, pues dígame que medicamentos tiene para el resfriado. Y me saca Paracetamol 650mg. No, mire, si paracetamol solo ya tengo yo, no me interesa, quiero un medicamento para el resfriado. Y me dice que no tiene nada. JUAS. Lo siento, pero no me lo creo. Pero como la chica ya había demostrado su total ineptitud, decidí hacerme mi propio frenadol y compré vitamina C, que ya me tomaría un paracetamol al tiempo y lo apañaríamos.
Otra cosa curiosa es que en este país no te venden las cajas enteras de un medicamento, lo venden por comprimidos. Lo cual me parece estupendo económicamente, pero la gente acaba con miles de pastillas sobrantes en casa sin prospecto ni nada. El domingo en casa de Alicia como tenía dolor de cabeza por el resfriado le pedí algo así, sacaron una cesta en la que se mezclaba todo tipo de medicamentos, desde desparasitantes a laxantes y medicamentos para el corazón. Y muchos tenían un trozo de cinta aislante pegada en el que ponía para qué servía: "alergias" pero ni efectos secundarios, ni contraindicaciones ni nada de nada. Encontré uno que se llamaba Algidol, con Paracetamol y vitamina C, que fue el que pedí al principio en la farmacia, pero al sacármelo me enseñaron el medicamento y tenía "diclofenac" que supongo que es el diclofenaco antiinflamatorio. Así que ni por el nomrbre del medicamento te puedes fiar.
No había desayunado así que fui en busca de una quesadilla y un licuado de plátano. La primera fue fácil de conseguir, aunque el chico que me la vendía me timó. Yo sabía que lo estaba haciendo, porque cuestan 50 ctvs y él me cobró 75, pero el descaro con que lo hizo me dejó sin palabras. La chica que me atendía me estaba envolviendo la quesadilla y él se metió por enmedio y dijo: son 75 ctvs. Yo ya sabía que eran 50 pero me daba igual. Pero es que la chica le echó una mirada de "no es eso" y él una mirada de "cállate, yo soy más listo que tú". Así que fui a darle los 75 ctvs a la chica. Pero el otro, estirando el brazo que casi se le descoyunta, pone la mano enmedio y se lleva el dinero. No pude reaccionar, no fui capaz.
El licuado tuvo que esperar, pues no habían abierto todavía el puesto. Pero la quesadilla calentita estaba de muerte y cuando por fin conseguí el licuado... Ojalá todos mis desayunos fuesen así en lugar de frijoles con huevo, queso y tortilla. Aunque en casa de Alfredo el otro día compré cereales y leche en polvo para desayunar. Que si no, dependo de la hora a la que hacen el desayuno y no suele venirme bien. Además, así varío un poco.
Al llegar al CEDEFAR, habían llegado sólo dos muchachos, faltaban muchos por llegar. Le dije a Luis que el resfriado me estaba matando, que esa noche no había dormido casi por no poder respirar y que estaba muerta. Así que me dió permiso para irme a dormir hasta que comenzase el acto de inaguración del nuevo curso escolar.
A las 10 ya me llamaron. Poco descanso tuve. Comenzamos presentándonos, presentándose ellos (y ella, que de momento hay una chica, aunque se esperan más) y explicando las normas del centro. También dimos una vuelta por las instalaciones y por fin llegó Humberto, acompañado de los dos colombianos, Heráclito y Claudia, también becarios como yo. Claudia venía a quedarse unos días para conocer el centro y la vida aquí. Heráclito tenía que irse porque tenía una reunión al día siguiente. He de decir que la pareja esta me repatea un poco. Como dirían aquí, son un poco "fresa" (pijos) y lo peor es que en su trato aparentan ser un poco superiores. Yo me alegré de que Claudia se quedase aquí unos días, a ver qué tal le sentaba un poco de cura de humildad, usando las letrinas y comiendo poco más que frijoles. Lo solucionó dejando la mitad de la comida aunque al final ya no pudo aguantar más y tuvo que usar las letrinas. Esa prueba sí que la superó. Pero me hacía gracia, vestida de arriba a abajo de Coronel Tapioca.
Los chicos se sentían un tanto incómodos al principio, no se conocían todos y era un poco complicado. Pero algunos empezaron ya a tomar alguna confianza. Claudia intimó más con ellos que yo. Yo quiero mantener las distancias por si me toca darles alguna clase, quiero que me respeten un poco.
Yo pasé el día fatal por el resfriado. Además, se me hace muy raro el estar tan resfriada con este calor. A base de paracetamol y respir sobrevivo bastante bien, pero a ratos me pega fuerte y la gente me mira con cara de pena.
Por el día estuvimos limpiando los dormitorios. El mío estaba hecho una pena porque yo sólo barro mi cuarto y la parte del cuarto de baño que utilizo, así que había una polvareda enorme en el resto. Pero es que las veces que he barrido todo, se ha vuelto a llenar de polvo por los vientos, y es deseperante. En este caso se iban a quedar tanto Claudia como Glenda, la chica estudiante así que había que adecentar todo.
Por la noche Eliseo me pidió que hiciese una dinámica con los muchachos para que se conociesen mejor. Hice una adaptación de un juego que solemos hacer en AFS con los estudiantes. Los puse por parejas de desconocidos (en la medida que pude, siempre tocaban algunos conocidos) y los mandé a la oscuridad a que se sentasen y se contasen sus vidas. Después les tocaría contar la vida del compañero a los demás. Lo que más cuesta con esta gente es que hable alto. Les da tanta vergüenza que hablan al cuello de la camisa, así que hice mucho énfasis en ello, que además yo estoy medio sorda con el resfriado.
Me fui a la cama a las 9... qué cansancio. Dormí como un bebé.
0 comentarios