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Desde El Salvador

Lunes 26 de enero. Oficina y regreso al CEDEFAR. Semana con los muchachos.

Por la mañanita en la oficina no había mucho que hacer. Tan sólo fui a sacar el dinero que hemos donado entre todos los primos para el centro de parálisis cerebral (290$) para que Alfredo fuese a comprar madera durante esta semana y así cosntruírles las tarimas para los cultivos hidropónicos. Pero el resto de la mañana lo pasé vagando de acá para allá. Más que nada esperando a Luis para irnos juntos.
Jerome parece que se va a ir a Guatemala el próximo fin de semana. A saber cuándo lo vuelvo a ver. Supongo que iré a visitarlo, pues va a estar en una comunidad de indígenas en la selva y eso merece la pena ir a verlo. Ya veremos si se hace el viaje o no.
Cecile se va a ir dentro de poco a Chalatenango a vivir. El Colocho también. Supongo que volverán los fines de semana así que los veré. Allí van a hacer otro CEDEFAR y la comunidad de Madrid va a construir un megainvernadero allí también. Supongo que en marzo que llegan los materiales todos nos tendremos que pasar por allí a ayudar.
EL viaje de vuelta lo hicimos en un bus "SUPERESPECIAL". Este cuesta 25 ctv más pero tiene asientos reclinables, mucho más espacio para cada uno... Nos pusieron "La muerte tenía un precio", que yo no había visto y es una pena porque obviamente no dió tiempo a acabarla. Me quedo sin saber qué pasa al final con Clint y el otro.
En el pickup de subida, me tocó el pesado de turno. Medio (o entero) borracho se acercó primero a Luis en la parada y empezó a hablar con él, pero Luis me miró extrañado y más tarde me dijo que ese tipo nunca se acercaba a hablar con él. Claro, quería hablar conmigo. Empezó a contarme que estaba muy interesado en que yo le enseñase cosas de las que yo sé que él no sabe. Yo intenté explicarle que no era posible, que yo no tengo ni idea de nada. Y el otro empeñado en que sí, que yo de algo iba a enseñarle y que me invitaba a platicar a su casa para que le enseñase. Yo le decía que no, que no tenía nada que enseñarle. Le dije a Luis: ¿verdad que no tengo nada nuevo que enseñarle? Y el muy cabrón, en un lapsus mental, responde: sólo tu cuerpo. Me quedé... Le pegué un puñetazo en el estómago. Menos mal que lo vió venir y medio se apartó. Cuando ya pudo hablar conmigo a solas se disculpó muchísimo y decía que estaba muy avergonzado por aquello. Que no sabía en qué estaba pensando. Incluso al día siguiente seguía disculpándose, que había estado pensando en ello por la noche y que de verdad no sabía por qué había dicho aquello. Es que ese tipo de comentario me lo espero de Adonay, Colocho, Alexander... Porque bromean mucho conmigo con esas cosas. Pero de Luis... Me parecía impensable.
El caso es que el tipo este ya no me quería dejar en paz. Después de convencerle (o eso creía yo) de que no puedo enseñarle nada, él se empeñó en que fuese a visitar su taller de carpintería para enseñarme "el proceso" que hacen allí. Todavía no me ha quedado muy claro qué significa "proceso" para este hombre, porque usaba la palabra cada diez palabras y siempre que no decía "desarrollo". Ah, y se me olvidaba mencionar el "desarrollo del proceso". Iba tajado y supongo que por eso no se daba cuenta de que me repetía lo mismo mil veces. AL final quedamos en que ya le diría a Eliseo que lo avisase cuando yo fuese a subir al caserío para que él me esperase y me dedicase la mañana entera a explicarme "el proceso". Ah, y me quedó bien claro que debe ser Eliseo quien vaya a avisarle porque "es muy amigo de uno de mis hijos" (repetido no menos de 7 veces). Luis se partía a mis espaldas, pero luego la tomó de nuevo con él, para explicarle todo lo que habíamos hablado nosotros. El que ríe el último ríe mejor.
Habían llegado muy pocos chicos, mañana llegaría alguno más. Para la nueva promoción, que empieza este año, vendrán unos 16 más, aunque siempre va disminuyendo el número a medida que avanza el curso. Se intenta que haya chicas, pero a los padres les da miedo todo. Desde que se queden embarazadas a que hagan el viaje solas hasta el CEDEFAR. Y siempre prefieren mandar a un chico a educarse y que la chica se quede cuidando la casa. Sociedad rural, no se puede pedir mucho más hasta que no se les reeduque.
Por la noche algunos de los chicos me acompañaron hasta la puerta del dormitorio y me quedé hablando con ellos y contando chistes allí. No me dejaban irme a dormir, querían que les hiciera compañía más rato. Menos mal que a las 20h tenían clase y ya se fueron.

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