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Desde El Salvador

Lunes 19 de enero. Desesperación en la oficina.

Por la mañana salí con Alfredo hacia la oficina. Se suponía que tenía que reunirme con él, Luis y Humberto para ver qué carajo hacíamos con lo de mi invernaderito. Pero toda la mañana Humberto estuvo reunido y al final nos atendieron 15 minutos, mal y corriendo (nos teníamos que ir al CEDEFAR).
Antes de que llegase nadie a la oficina, me fui a MetroCentro (centro comercial) a sacar dinero, pues le había dado mis últimos 50$ a Meme (el padre de Gerardo) para que me los cambiase a quetzales (trabaja en un banco) pues en Guatemala te dan un cambio bastante pobre. Por el camino em encontré al Colocho, que no había ido a dormir a casa sino que se había quedado con su hermana esa noche. Tal vez deje la casa de Alfredo para irse a vivir con ella, pues tiene problemas de alergias muy fuertes y en la nueva casa estaría sola y sin ayuda. Menos mal que Carlos me acompañó porque seguro que hubiese tardado siglos en encontrar el maldito cajero.
Más tarde en la mañana, y como nadie me hacía ni caso, fui con Adonay a buscar una pieza que hacía falta para la lavadora y ya de paso a echar un par de cartas y comprar detergente y suavizante. Por cierto, papá si lees esto, me equivoqué de tarjeta y pagué con la tuya que la tenía en la cartera de cuando fui a por la lavadora.
Y aún así no hubo forma de que cuando llegase hubiese un rato para hablar con los jefes. A la hora de comer fuimos al "comedor de los pobres" donde la comida es más barata. Con Alfredo o Humberto solemos ir al "de los ricos" que está más cerca, pero el resto de gente de la oficina suele ir al barato. De todas formas, por dólar y medio te pones hasta arriba en cualquiera de los dos. El sistema de comidas se llama "comida a la vista" porque es una especie de buffet donde vas diciendo: póngame de esto y de esto otro. Y luego te preguntan cuantas tortillas quieres y si quieres fresco u otra cosa. Cada día el fresco es de cosas diferentes, dependiendo de la fruta que esté barata. El chile (picante) está en las mesas para que te sirvas a tu gusto.
Después de comer al fin nos atendieron un poquito, pero mal y encima casi no llegamos a la estación. Menos mal que Adonay nos dió "ride" (en cristiano, nos llevó en coche). El especial que nos dejaba a tiempo se había ido y no estábamos seguros de cuándo saldría el siguiente, así que tomamos uno normal hasta Sonsonate. Pasé el viaje entero durmiendo, sólo me enteré de que al principio se subieron dos japonesitas (o eso pensé que serían) con grandes macutos a la espalda. Me hizo gracia la escena.
Llegamos a las 16.40 al desvío. El último pickup salía a las 16.30 de Cara Sucia. No sabíamos si había pasado ya o no. La verdad es que llegó tardísimo y ya nos empezábamos a hacer a la idea de que tendríamos que caminar hasta arriba. Y es una buena caminata.
En el pickup uno que estaba medio borracho empezó a hablar conmigo. Qué risas. Primero, como siempre, hacerle entender que no soy gringa, que por mucho que me diga "beri gud, beri gud" no le voy a entender (es que si digo que entiendo el inglés ya piensan que en España lo que se habla es inglés, de hecho, mucha gente piensa que se habla español en latinoamérica e inglés en el resto del mundo). Después, rechazar repetidas veces sus proposiciones de crear familia con él, que él quería tener hijos así de color tostadito. Todo el pickup partiéndose, incluída yo, por supuesto, pero el tipo no cesaba de intentarlo. Y yo que creía que con el pelo cortito ya me iban a dejar en paz... Encima Eliseo (que venía con Luis y conmigo desde San Salvador) decía que yo no podía dejar a Fher, el de Maná. Eso, eso, a dar más caña.

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