Blogia
Desde El Salvador

Martes 9 de diciembre. Aprendiendo a hacer tamales.

Por la mañana se supone que íbamos a hacer tamales, pero al final se aplazó a la tarde y yo no lo sabía, así que estuve cerca de la cocina pululando a ver si me enseñaban. Para matar el rato, terminé de escribir la carta al novio. Pero cuando me dijeron que no íbamos a hacer tamales hasta la tarde, me puse a hacer alguna otra cosa.
Lucía estaba mirando los árboles de carambolas. Estaban cargaditos y no hacíamos fresco con ellos. Me puse a ayudarla a recogerlas, para así poder venderlas si salían muchas. Allí estaba yo subida al pobre arbolito que tenía que soportar mis (realmente ahora no sé cuantos, pero deben rondar los 60) 6X kg. Y también la ayudé a extender las hojas de plátano para los tamales.
Os cuento qué es un tamal: es masa de maíz cocido (cómo no) un poco más líquida que para las tortillas. A ésta se le grega manteca y se cuece (hay diferentes versiones de cómo se hace, pero esta es la que me han enseñado) un rato. Por otra parte, se hace un caldo de pollo con trocitos de pollo pequeños, pues luego hay que meterlos en los tamales.. Y por otra, se licúa tomate y pimiento verde. Todo esto último se mezcla bien. Para preparar los tamales (estos son de gallina) se necesitan hojas de plátano que no estén rotas por el viento. Eso es algo difícil de encontrar, porque entre que son muy débiles y que últimamente sopla el Norte que de gusto, las hojas están todas rajadas. Se toma un trozo de hoja de plátano de unos 40x30 cm y en el centro se pone un pegote de masa de maíz. Se le va añadiendo el liquidíto del pollo y tomate licuado y algunas verduras (papa, güisquil y ejotes), en el centro se coloca un trozo de pollo, se cubre bien y luego hay que enrollar todo con la hoja de plátano, para que el paquete no se deshaga. Eso luego se cuece y se sirve cortando por un lateral la hoja de plátano y empujando desde el otro como si fuese pasta de dientes.
Después del almuerzo me subí a escribir el diario y cuando pensé que sería la hora, bajé a ver si podía hacer tamales. Y los hice. Y me quedaron bien bonitos y ricos, que los cené. La niña Edith me enseñó paso a paso, aunque en el primero olvidé poner un trozo de pollo. Bueno, tamal vegetariano.
Mientras hacíamos los tamales, la señora Lucía enseñaba a unas mujeres a hacer pastel con dulce. Les quedó de muerte. Vale, que digo lo mismo de todo, que todo me gusta y todo está buenísimo. Pero es que soy de buen comer y las cosas diferentes me ilusionan. La verdad, no sé por qué carajo intento adelgazar algo, si no hay forma humana de que lo logre si lo intento. De hecho, creo haber adelgazado pero sin proponérmelo, más que nada por la comida de acá, que casi es todo verdura. Eso sí, llego a intentarlo a propósito y no bajo ni una libra. Estoy segura de ello.
Y así terminó el día. Mañana intentaré bajar al pueblo para mandar la carta, intentar mirar en el zulo de la oficina de correos por si veo mis cartas secuestradas, y comprar alguna cosa de gran necesidad (como galletas o algo así).

1 comentario

Christian Van Der Henst S. -

Realmente es interesante ver tus experiencias en la linda tierra de El Salvador donde también soy un visitante frecuente. Te saludo desde Guatemala, otro país muy similar y cercano al pulgarcito de américa. Tal vez te animas a visitar por aquí algún día. Ya pasaron las fiestas agustinas, pero todavía quedan las fiestas navideñas por si hay un tiempecito.