Miércoles 26 de noviembre. Cociendo arena y partido de fútbol.
Tempranito me puse a cocer más arena, todavía me quedaba muuucha y va lento. Me costó horrores encender el fuego, la gente pensaba que ya no iba a desayunar de tanto que tardé. Estuve con eso toda la mañana.
Mientras vigilaba el fuego, leía el libro que me había dejado Lucía acerca de niños desaparecidos en la guerra. Gracias al libro, tengo más idea de cómo fue la guerra en este país. Hay muchos testimonios de gente que vivía en la zona de conflicto que te cuentan cómo huían del ejército y de las masacres que hacía éste.
Hay una comida típica aquí que se llama "tamal" consiste en una pasta de maíz que se cuece dentro de una hoja de plátano. Puede llevar pollo o verduras dentro. El caso es que se debe hacer parecido a como yo cuezo la arena, porque todo el mundo que pasaba por allí me preguntaba que para cuando iban a estar listos los tamales. Fue la coña de ese día y el siguiente.
Después de comer bajé al pueblo a comprar agua, un mechero e ir al ciber. Me costó encontrar agua, todo el mundo me mandaba para un lado y cada vez era hacia el contrario. Necesitaba el mechero porque el que había comprado por un colón (11 centavos) se me había rajado en el bolsillo. Tendré que tener más cuidado, porque este que compré tb era de esos.
Se me olvidaba. Me pasé por la oficina de correos porque el martes Luis había ido a echar una carta mía y le habían cobrado 1.19$ cuando ya tenía los sellos y todo. Yo enfadadísima les iba a echar la bronca por estafarme, pero estaban los que me atienden a mí siempre, no el viejete que atendió a Luis, y me devolvieron el dinero, aparte de entregarme 2 cartas de Pablo (creo que por eso los perdoné al instante). Pero a saber el vejete que pretendía, porque nadie le había pedido que mandase la carta express, que una cosa es que no se fije en que tiene sellos y otra que le ponga más cargo sin venir a cuento.
Subí al CEDEFAR y Luis justo regresaba de Sonsonate y subió conmigo. Pudo ver cómo los paisanos me "enamoraban" como dice Luis. Uno se salió del pick up, para colgarse de los barrotes pero por fuera, frente a mí y empezar a decirme "hola gringuita, Ai lofyu". Estuvo a punto de ser derribado un par de veces por ramas que chocaban contra el auto.
Al llegar, los chicos se preparaban para jugar un partido de fútbol. La "cancha" es pequeña, y las porterías más: 0.75 de alto por 1 de largo, más o menos. No sé cómo hacen para meter goles. Israel se estaba escondiendo detrás de un árbol porque había llegado yo. Resulta que el pobre estaba jugando en calzones, pero eran de licra y marcaban que no veas. Además, el chaval es de los de 18 años, ya mayorcito. Pero qué risa viéndolo esconderse detrás del árbol sin saber hacia dónde moverse. Depués de repetirle unas cuantas veces que no me importaba, que ya he visto muchos hombres en mi vida y blablabla, salió a jugar.
Qué animales, algunos jugaban descalzos, otros con tacos, otros sólo llevaban una bota de tacos, porque compartían la otra con otro. Cada 2x3 se les iba la pelota al quinto pino y allí que se metían a buscarla entre la maleza, descalzos o a la pata coja. Encima la cancha es de tierra y acabaron todos empolvadísimos y con el sudor se hacía un barrillo la mar de pegajoso.
Mientras vigilaba el fuego, leía el libro que me había dejado Lucía acerca de niños desaparecidos en la guerra. Gracias al libro, tengo más idea de cómo fue la guerra en este país. Hay muchos testimonios de gente que vivía en la zona de conflicto que te cuentan cómo huían del ejército y de las masacres que hacía éste.
Hay una comida típica aquí que se llama "tamal" consiste en una pasta de maíz que se cuece dentro de una hoja de plátano. Puede llevar pollo o verduras dentro. El caso es que se debe hacer parecido a como yo cuezo la arena, porque todo el mundo que pasaba por allí me preguntaba que para cuando iban a estar listos los tamales. Fue la coña de ese día y el siguiente.
Después de comer bajé al pueblo a comprar agua, un mechero e ir al ciber. Me costó encontrar agua, todo el mundo me mandaba para un lado y cada vez era hacia el contrario. Necesitaba el mechero porque el que había comprado por un colón (11 centavos) se me había rajado en el bolsillo. Tendré que tener más cuidado, porque este que compré tb era de esos.
Se me olvidaba. Me pasé por la oficina de correos porque el martes Luis había ido a echar una carta mía y le habían cobrado 1.19$ cuando ya tenía los sellos y todo. Yo enfadadísima les iba a echar la bronca por estafarme, pero estaban los que me atienden a mí siempre, no el viejete que atendió a Luis, y me devolvieron el dinero, aparte de entregarme 2 cartas de Pablo (creo que por eso los perdoné al instante). Pero a saber el vejete que pretendía, porque nadie le había pedido que mandase la carta express, que una cosa es que no se fije en que tiene sellos y otra que le ponga más cargo sin venir a cuento.
Subí al CEDEFAR y Luis justo regresaba de Sonsonate y subió conmigo. Pudo ver cómo los paisanos me "enamoraban" como dice Luis. Uno se salió del pick up, para colgarse de los barrotes pero por fuera, frente a mí y empezar a decirme "hola gringuita, Ai lofyu". Estuvo a punto de ser derribado un par de veces por ramas que chocaban contra el auto.
Al llegar, los chicos se preparaban para jugar un partido de fútbol. La "cancha" es pequeña, y las porterías más: 0.75 de alto por 1 de largo, más o menos. No sé cómo hacen para meter goles. Israel se estaba escondiendo detrás de un árbol porque había llegado yo. Resulta que el pobre estaba jugando en calzones, pero eran de licra y marcaban que no veas. Además, el chaval es de los de 18 años, ya mayorcito. Pero qué risa viéndolo esconderse detrás del árbol sin saber hacia dónde moverse. Depués de repetirle unas cuantas veces que no me importaba, que ya he visto muchos hombres en mi vida y blablabla, salió a jugar.
Qué animales, algunos jugaban descalzos, otros con tacos, otros sólo llevaban una bota de tacos, porque compartían la otra con otro. Cada 2x3 se les iba la pelota al quinto pino y allí que se metían a buscarla entre la maleza, descalzos o a la pata coja. Encima la cancha es de tierra y acabaron todos empolvadísimos y con el sudor se hacía un barrillo la mar de pegajoso.
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