Viernes 5 de diciembre. Terminé con la biblioteca.
Por cierto, de los abdominales nunca más se supo. El deporte nunca ha sido y nunca será para mí.
A las 6 am ya estaba yo esperando el pick up hacia el desvío. Tan galana yo con mi maleta esperando en el camino de tierra. Parecía de película. Pasó casi vacío, tres personas en la parte de atrás, a dos de los muchachos ya los conocía yo de otras veces. Uno de ellos ha hablado conmigo alguna vez y todo. Me da rabia no saber sus nombres.
Luego, en el bus hacia Sonsonate, me puse a buscar página por página canciones en el librito que me había dejado Érica. La mayor parte son religiosas, pero las de "convivencia" van desde "Viva la gente" hasta "La cucaracha" en su versión marihuanera y pasando por "un velero llamado Libertad". Apunté los números de las canciones para luego copiármelas aparte. El tipo que viajaba a mi lado debió de sorprenderse de mi lectura.
En el bus hacia SanSal, pusieron "Como Dios" que yo no había visto todavía. Creo que fue la primera vez que me dió pena no poder acabar de ver la película. Es lo que tienen estos trayectos de una hora. Aunque tampoco era tan importante el final. El día que pongan una en la que esté realmente interesada, creo que no tendré más remedio que alquilarla después. Por supuesto, BlockBuster está en este país, cómo no iban a haber llegado si hasta hay un Zara.
Fui por primera vez desde el bus hasta la oficina yo solita. Qué orgullosa estoy de mí misma, jejeje. Al llegar, me puse rápidamente manos a la obra para terminar de poner las etiquetas a los libros. Estuve toda la mañana y gran parte de la tarde.
A la hora de comer, pregunté a Gerónimo qué había hecho con la iguana. La había soltado. ¿Quéee? Pues eso, que le dió pena tener un animal salvaje así y la soltó en el barranquillo que hay detrás de la oficina, sonde hay más iguanas y puede vivir en familia. Le tomé el pelo un rato con ello: que ya lo podía haber pensado antes, que si cada lunes iba a comprar una para soltarla, que si el agua del barranco está contaminada y no iba a sobrevivir, que si las otras iguanas no la iba a aceptar y la iban a matar en una lucha a muerte... Algunos ya conocéis las historias que me monto. Con lo feliz que era la iguana con sus montones de comida cada día. Lo único que necesitaba era un terrario decente, no la caja de zapatos en la que se la habían vendido.
Después de comer me escapé un ratito a un ciber para mandar un documento a mi profesor, pero maldita la gracia, no lo llevaba en el disco ese. Bueno, pero charlé un poco con Pablito.
Por la noche al llegar a casa, felicité al Colocho y a Alexander. Este día se graduaban. Los de la imprenta de la universidad metieron la pata hasta el fondo, y los pobres son ahora Ingenieros "Agronómos", lo cual es más o menos cierto en el caso de Alexander, que por lo bajito puede pasar por un primo de David, pero Colocho mide su metro ochenta. "Pendejos" fue el calificativo más suave que les dedicaron a los inútiles que no se habían fijado. Por lo demás, el título está chulo, hecho en cuero de vaca, con sus letritas góticas y todas esas babosadas. A saber lo que tengo que esperar yo para que me den el mío y seguro que no está ni la mitad de elaborado que este. Claro que en esta promoción eran 17 agrónomos los que se graduaban. Nosotros solemos ser unos cuantos más.
Me acosté prontito porque al día siguiente era la fiesta de graduación de Alexander, vendrían como 100 invitados o más y yo me había comprometido a ayudar en los preparativos. Alexander y Carlos se fueron a celebrar su graduación con el resto, en una fiesta privada en la que correría el guaro (alcohol) por galones. Junto con Érica, antes de dormir, preparamos los cubiertos de plástico envolviéndo cuchillo y tenedor dentro de una servilleta.
A las 6 am ya estaba yo esperando el pick up hacia el desvío. Tan galana yo con mi maleta esperando en el camino de tierra. Parecía de película. Pasó casi vacío, tres personas en la parte de atrás, a dos de los muchachos ya los conocía yo de otras veces. Uno de ellos ha hablado conmigo alguna vez y todo. Me da rabia no saber sus nombres.
Luego, en el bus hacia Sonsonate, me puse a buscar página por página canciones en el librito que me había dejado Érica. La mayor parte son religiosas, pero las de "convivencia" van desde "Viva la gente" hasta "La cucaracha" en su versión marihuanera y pasando por "un velero llamado Libertad". Apunté los números de las canciones para luego copiármelas aparte. El tipo que viajaba a mi lado debió de sorprenderse de mi lectura.
En el bus hacia SanSal, pusieron "Como Dios" que yo no había visto todavía. Creo que fue la primera vez que me dió pena no poder acabar de ver la película. Es lo que tienen estos trayectos de una hora. Aunque tampoco era tan importante el final. El día que pongan una en la que esté realmente interesada, creo que no tendré más remedio que alquilarla después. Por supuesto, BlockBuster está en este país, cómo no iban a haber llegado si hasta hay un Zara.
Fui por primera vez desde el bus hasta la oficina yo solita. Qué orgullosa estoy de mí misma, jejeje. Al llegar, me puse rápidamente manos a la obra para terminar de poner las etiquetas a los libros. Estuve toda la mañana y gran parte de la tarde.
A la hora de comer, pregunté a Gerónimo qué había hecho con la iguana. La había soltado. ¿Quéee? Pues eso, que le dió pena tener un animal salvaje así y la soltó en el barranquillo que hay detrás de la oficina, sonde hay más iguanas y puede vivir en familia. Le tomé el pelo un rato con ello: que ya lo podía haber pensado antes, que si cada lunes iba a comprar una para soltarla, que si el agua del barranco está contaminada y no iba a sobrevivir, que si las otras iguanas no la iba a aceptar y la iban a matar en una lucha a muerte... Algunos ya conocéis las historias que me monto. Con lo feliz que era la iguana con sus montones de comida cada día. Lo único que necesitaba era un terrario decente, no la caja de zapatos en la que se la habían vendido.
Después de comer me escapé un ratito a un ciber para mandar un documento a mi profesor, pero maldita la gracia, no lo llevaba en el disco ese. Bueno, pero charlé un poco con Pablito.
Por la noche al llegar a casa, felicité al Colocho y a Alexander. Este día se graduaban. Los de la imprenta de la universidad metieron la pata hasta el fondo, y los pobres son ahora Ingenieros "Agronómos", lo cual es más o menos cierto en el caso de Alexander, que por lo bajito puede pasar por un primo de David, pero Colocho mide su metro ochenta. "Pendejos" fue el calificativo más suave que les dedicaron a los inútiles que no se habían fijado. Por lo demás, el título está chulo, hecho en cuero de vaca, con sus letritas góticas y todas esas babosadas. A saber lo que tengo que esperar yo para que me den el mío y seguro que no está ni la mitad de elaborado que este. Claro que en esta promoción eran 17 agrónomos los que se graduaban. Nosotros solemos ser unos cuantos más.
Me acosté prontito porque al día siguiente era la fiesta de graduación de Alexander, vendrían como 100 invitados o más y yo me había comprometido a ayudar en los preparativos. Alexander y Carlos se fueron a celebrar su graduación con el resto, en una fiesta privada en la que correría el guaro (alcohol) por galones. Junto con Érica, antes de dormir, preparamos los cubiertos de plástico envolviéndo cuchillo y tenedor dentro de una servilleta.
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