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Desde El Salvador

Sábado 22 de noviembre. CEDEFAR. Otro día tranquilo.

Mañana vienen los estudiantes y Chepe prefirió no ir y volver a su casa, así que estamos Sebas, Chepe y yo. Luis se fue por la mañana. Así que de nuevo a desayunar tortitas. A medio día no pude librarme de los frijoles y el queso salado. Pero creo que me voy acostumbrando a esta monotonía culinaria. Por lo menos, los frijoles de supermercado me gustan más que los frescos.
Después de comer debería haberme puesto a lavar, pero qué carajo, no tenía ni puñetera gana y todavía tengo mucha ropa limpia. Y me puse a escribir esto.
A medio día debería haber sacado el pollo del congelador para la cena. Uuuppsss, se me pasó por completo y de nuevo tuve que recurrir a la técnica de descongelación ultrarrápida: sumergirlo en agua en el fregadero. Decir que ni el agua me hace mucha gracia por las amebas, ni el fregadero está como una patena. Al menos esta vez el pollo estaba en 4 partes y se descongeló más rápido.
Tenía antojo de patatas fritas, que hacía muuucho que no probaba. Me ilusioné con el asunto y me puse a pelar y cortar papas, sin caer en la cuenta de que no hay una sola olla decente en la que poder freír. Se pegaban por muchas vueltas que le diese. Vamos, que hice una patata de patatas fritas. Ché, pero el sabor era parecido, aun friéndolo con "aceite vegetal" que a saber qué es exactamente, porque debe ser peor que el de maíz... Quién sabe.
A Chepe lo puse a freír el pollo, y se ve que en este país les gusta refrito, porque lo dejó mucho tiempo. Crujientito crujientito, eso sí, debía tener una de grasa aquello... Da igual, estaba de muerte.

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