13 y 13 noviembre. CEDEFAR
Miércoles 12 de noviembre
CEDEFAR
Por la mañana temprano pensábamos salir, hasta que el ingeniero Roberto nos agarró por banda para soltarnos un discurso... Alfredo desesperado. Mario venía también, a conocer el centro.
Por el camino, fuimos cerca del Cerro Verde (un parque natural bien bonito) para ver unos invernaderos que estaban costruyendo unos jóvenes por allá. Mario flipando con el Izalco "el volcán perfecto", resulta que le gusta mucho la montaña y piensa subirse los 33 volcanes del país. El Izalco es precioso, porque tiene la forma perfecta del típico volcán.
Llegamos al CEDEFAR y descubrí que efectivamente Sebastián no se acordaba de que yo me iba a SanSal. Y la cocinera llegó preguntando por sus llaves, que yo había dejado a la entrada de mi dormitorio para que las cogiesen. Pensaban que me había largado para siempre. Jeje.
Se lo enseñamos todo a Mario. El venía sobre todo para ver los viñedos que tienen acá. Mierda de viñedos debería añadir. Pero las abejas están bien cabronas últimamente y las colmenas andan por ahí, así que no podíamos ir.
Mientras le enseñábamos la parte de abajo, empezó a llover. Decidí quedarme bajo la lluvia, tenía tiempo de secarme después. Qué gustazo. Lluvia templada, con el calor que hacía. me miraban como si estuviese loca, pero es una sensación genial. Caía a cántaros. Acabé calada, pero bien relajada.
Después partí una papaya madura para Alfredo, Mario y para mi. Qué rica estaba. Este día probé la jícama, un tubérculo que se toma como fruta, un poco insípido, pero dulce. También otra cosa que no caigo en cómo se llama (tingüilite??) pero menos mal que lo probó Mario primero, porque deja la lengua como una lija.
De la tormenta se había ido la luz. Con velas y linternas para cenar. Yo caminaba haciendo mucho ruido para asustar a las víboras por el camino. Que últimamente encuentran muchas por aquí. Esto está peligroso entre las víboras y las abejas africanizadas. Pero mamá, tranquila que de momento soy la única a la que no le han picado.
jueves 13 noviembre
CEDEFAR
Empecé el día sin desayunar. Estoy descompuestilla.
Bajé a ver el material para los ensayos con Luis. Está complicada la cosa, falta material: goteros, adaptadores... Pero ya veremos si nos apañamos.
Luego ayudé a Lucía con las cuentas. Ciertamente es bien desordenada.
A la comida, sólo el arrocito, estuve tentada de ponerle chile... Pero el sentido común me dijo que eso seguro que no era bueno para mi intestino. No veáis cómo pica el jodío. Ya le he cogido el truco. Hay que ponerse de todo el pringue (es un líquido con cosas flotando) excepto de las bolitas verdes, que son las que llaman propiamente chile. Esas pican... joder... joder lo que pican. La leche. El resto pica bastante, pero no te deja la boca para el arrastre.
Por la tarde hicimos las pruebas de goteros: Funciona!!! A los de agrónomos les pediría que me calculasen las pérdidas de carga y todo eso, joer, si en realidad la puta hidraúlica servía para algo.... lástima no haberla asimilado. Pero como funciona... pues a la mierda el Losada, que a base de ensayo y error también se logran cosillas.
Cómo pega el sol en este país... Si ya sabía yo que a esas horas una no debe andar por ningún sitio que no sea la sombra. Mal acostumbrada estaba yo, pelando frijoles a la sombra... Y en el invernadero peor todavía. Reclamo sueldos extra para los pobres marroquíes que se asan vivos recogiendo tomates. Por peligrosidad.
Recuerdo que no sé por qué carajo, me pasé la tarde entera meándome. Y como el servicio pillaba muy lejos, aguantando. Qué boba. Bueno, parece que no me reventó la vejiga. Y mejoré algo de la descomposición. No está mal. Y basta de hablar de mis entrañas :P
Como vi que mejoraba y tenía un hambre canina, cené la sopa de mora (nada que ver con la nuestra, es una planta de la que se aprovechan las hojas, que son pelín amargas) y los frijolitos de rigor con queso. Eso sí, no vuelvo a tomar frescos en este lugar. Que el agua del pozo tiene amebas. Amibas las llaman aquí, tanto revolucionario y están agringadísimos. Por ejemplo, a la moneda de cuarto de dólar, la llaman "cora" ... Adivinen cómo se pronuncia quarter en inglés americano... A llenar el depósito de combustible... "fulear", ya sabéis, "puede ponérmelo full? me lo fulea?". El diesel, es disel. Con lo clarito que está escrito, no hay forma de que pronuncien esa "e". Las tartas son queiques, en realidad esa no sé cómo se escribe, sólo sé que la pronuncian así. A mi madre le tiene que sonar, que en canarias a los bizcochos los llaman queques. Aquí los bizcochos son panes.
Y por la noche, empecé a aficionarme a los culebrones. Novelas las llaman. Uno que no sé si está o estuvo en España. Gata Salvaje. Jo, todos lo veían y yo no voy a ser menos. Y en dos días que lo he visto, ya me he enterado de muchas cosas, pero me hago un lío con tanta rubia despampanante que es la mala. O todas son malas, o todas son la misma... Tengo que enterarme bien. Luego hay uno que se llama "el inútil" que debe ser un estilo Betty la fea. O eso pensaba yo, pero nada... menos trágico (que la Gata) sí que era, pero oye: qué humor más pésimo. Me río más con lo absurdo que es Gata Salvaje, las malas estallando en carcajadas maquiavélicas, la buena llorando desconsolada a cada rato, las que no sé si son buenas o malas flirteando con algún tío bueno... Y la estupenda publicidad. Queréis creer que Movistar usa la misma sintonía que en España? Todo para que no puedan ponerme una tarjeta que funcione acá. Qué rollo.
Oh, no sé si os había dicho que he comprado un insecticida en spray. Ahora me voy feliz a la cama sabiendo que he rociado bien las sábanas con ese matabichos (bicho aquí es niño, cuando decía que estaba "hasta las narices de tanto bicho" me miraban raro, ahora ya se acostumbraron) aunque de poco me sirve, encontré un milpies en mi deportiva, ahí en espiral, que pensé que tenía una piedra. Porque claro, no lo ví antes de meter el pie, sino después. Menos mal que no era de los que pican (al menos no vi que tuviese nada para picar) o me desgracia el pie.
Empezó un fuerte viento y de nuevo se fue la luz. Cenamos a la luz de las velas y no fue romántico, sino incómodo. Además, no me gusta ver cómo los bichos mueren abrasados en la llama. Agonizan mientras se hunden en la cera. Llega un momento en el que pliegan las antenas. Murieron.
CEDEFAR
Por la mañana temprano pensábamos salir, hasta que el ingeniero Roberto nos agarró por banda para soltarnos un discurso... Alfredo desesperado. Mario venía también, a conocer el centro.
Por el camino, fuimos cerca del Cerro Verde (un parque natural bien bonito) para ver unos invernaderos que estaban costruyendo unos jóvenes por allá. Mario flipando con el Izalco "el volcán perfecto", resulta que le gusta mucho la montaña y piensa subirse los 33 volcanes del país. El Izalco es precioso, porque tiene la forma perfecta del típico volcán.
Llegamos al CEDEFAR y descubrí que efectivamente Sebastián no se acordaba de que yo me iba a SanSal. Y la cocinera llegó preguntando por sus llaves, que yo había dejado a la entrada de mi dormitorio para que las cogiesen. Pensaban que me había largado para siempre. Jeje.
Se lo enseñamos todo a Mario. El venía sobre todo para ver los viñedos que tienen acá. Mierda de viñedos debería añadir. Pero las abejas están bien cabronas últimamente y las colmenas andan por ahí, así que no podíamos ir.
Mientras le enseñábamos la parte de abajo, empezó a llover. Decidí quedarme bajo la lluvia, tenía tiempo de secarme después. Qué gustazo. Lluvia templada, con el calor que hacía. me miraban como si estuviese loca, pero es una sensación genial. Caía a cántaros. Acabé calada, pero bien relajada.
Después partí una papaya madura para Alfredo, Mario y para mi. Qué rica estaba. Este día probé la jícama, un tubérculo que se toma como fruta, un poco insípido, pero dulce. También otra cosa que no caigo en cómo se llama (tingüilite??) pero menos mal que lo probó Mario primero, porque deja la lengua como una lija.
De la tormenta se había ido la luz. Con velas y linternas para cenar. Yo caminaba haciendo mucho ruido para asustar a las víboras por el camino. Que últimamente encuentran muchas por aquí. Esto está peligroso entre las víboras y las abejas africanizadas. Pero mamá, tranquila que de momento soy la única a la que no le han picado.
jueves 13 noviembre
CEDEFAR
Empecé el día sin desayunar. Estoy descompuestilla.
Bajé a ver el material para los ensayos con Luis. Está complicada la cosa, falta material: goteros, adaptadores... Pero ya veremos si nos apañamos.
Luego ayudé a Lucía con las cuentas. Ciertamente es bien desordenada.
A la comida, sólo el arrocito, estuve tentada de ponerle chile... Pero el sentido común me dijo que eso seguro que no era bueno para mi intestino. No veáis cómo pica el jodío. Ya le he cogido el truco. Hay que ponerse de todo el pringue (es un líquido con cosas flotando) excepto de las bolitas verdes, que son las que llaman propiamente chile. Esas pican... joder... joder lo que pican. La leche. El resto pica bastante, pero no te deja la boca para el arrastre.
Por la tarde hicimos las pruebas de goteros: Funciona!!! A los de agrónomos les pediría que me calculasen las pérdidas de carga y todo eso, joer, si en realidad la puta hidraúlica servía para algo.... lástima no haberla asimilado. Pero como funciona... pues a la mierda el Losada, que a base de ensayo y error también se logran cosillas.
Cómo pega el sol en este país... Si ya sabía yo que a esas horas una no debe andar por ningún sitio que no sea la sombra. Mal acostumbrada estaba yo, pelando frijoles a la sombra... Y en el invernadero peor todavía. Reclamo sueldos extra para los pobres marroquíes que se asan vivos recogiendo tomates. Por peligrosidad.
Recuerdo que no sé por qué carajo, me pasé la tarde entera meándome. Y como el servicio pillaba muy lejos, aguantando. Qué boba. Bueno, parece que no me reventó la vejiga. Y mejoré algo de la descomposición. No está mal. Y basta de hablar de mis entrañas :P
Como vi que mejoraba y tenía un hambre canina, cené la sopa de mora (nada que ver con la nuestra, es una planta de la que se aprovechan las hojas, que son pelín amargas) y los frijolitos de rigor con queso. Eso sí, no vuelvo a tomar frescos en este lugar. Que el agua del pozo tiene amebas. Amibas las llaman aquí, tanto revolucionario y están agringadísimos. Por ejemplo, a la moneda de cuarto de dólar, la llaman "cora" ... Adivinen cómo se pronuncia quarter en inglés americano... A llenar el depósito de combustible... "fulear", ya sabéis, "puede ponérmelo full? me lo fulea?". El diesel, es disel. Con lo clarito que está escrito, no hay forma de que pronuncien esa "e". Las tartas son queiques, en realidad esa no sé cómo se escribe, sólo sé que la pronuncian así. A mi madre le tiene que sonar, que en canarias a los bizcochos los llaman queques. Aquí los bizcochos son panes.
Y por la noche, empecé a aficionarme a los culebrones. Novelas las llaman. Uno que no sé si está o estuvo en España. Gata Salvaje. Jo, todos lo veían y yo no voy a ser menos. Y en dos días que lo he visto, ya me he enterado de muchas cosas, pero me hago un lío con tanta rubia despampanante que es la mala. O todas son malas, o todas son la misma... Tengo que enterarme bien. Luego hay uno que se llama "el inútil" que debe ser un estilo Betty la fea. O eso pensaba yo, pero nada... menos trágico (que la Gata) sí que era, pero oye: qué humor más pésimo. Me río más con lo absurdo que es Gata Salvaje, las malas estallando en carcajadas maquiavélicas, la buena llorando desconsolada a cada rato, las que no sé si son buenas o malas flirteando con algún tío bueno... Y la estupenda publicidad. Queréis creer que Movistar usa la misma sintonía que en España? Todo para que no puedan ponerme una tarjeta que funcione acá. Qué rollo.
Oh, no sé si os había dicho que he comprado un insecticida en spray. Ahora me voy feliz a la cama sabiendo que he rociado bien las sábanas con ese matabichos (bicho aquí es niño, cuando decía que estaba "hasta las narices de tanto bicho" me miraban raro, ahora ya se acostumbraron) aunque de poco me sirve, encontré un milpies en mi deportiva, ahí en espiral, que pensé que tenía una piedra. Porque claro, no lo ví antes de meter el pie, sino después. Menos mal que no era de los que pican (al menos no vi que tuviese nada para picar) o me desgracia el pie.
Empezó un fuerte viento y de nuevo se fue la luz. Cenamos a la luz de las velas y no fue romántico, sino incómodo. Además, no me gusta ver cómo los bichos mueren abrasados en la llama. Agonizan mientras se hunden en la cera. Llega un momento en el que pliegan las antenas. Murieron.
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Raquel E. -